El refugio de la Renclusa para los amantes del esquí de travesía es como las Plaza de Toros de las ventas
para los aficionados a los toros y a los cuernos.
Maladetas, Aneto, Coronas, Cordier... maravillosos picos con unas subidas inolvidables
y unas bajadas por los 2 glaciares que suelen presentar una nieve casi siempre excelente.
El otro día leyendo la revista Desnivel, veo una carta
con el título: El burrómetro de la Renclusa. Fue leer el título y me imagine por donde iban los tiros.
La carta habla sobre el trato y las
condiciones con las que se regenta dicho refugio y que no se sintieron bien tratados.
El año pasado al llegar al refugio tras una fuerte ventisca, al abrir la puerta, en el segundo nº 2 de estar allí una voz me dice:
“ eh, eh, tu, tu, joder la puerta, ciérrala coño”.
Buen recibimiento. A lo que respondo:
¨Pero tío menudo humor con el que recibes a los colegas”
“Joder perdona no sabia que eras tú”. Me dijo el señor X
Y yo me pregunto ¿Si no me llega a conocer nos hubiéramos pegado y acabado en coplas?
¿Hubiera tenido que hacer penitencia de rodillas para que me perdonase?.
Entiendo que estés harto que la gente se deje la puerta abierta, pero o pones un muelle o una polea con una piedra y una cuerda. Y sobre todo es que por muy ermitaño que te vuelvas al trabajar en un refugio, lo que se necesita son buenas formas y educación en el trato con la gente (como todos en nuestro trabajo) ya que
es un lugar de paso de mucha gente,
el cual se convierte por unos días en “tu hogar” en medio de ese mundo de locos.